Teniéndote a ti tuve al mundo en mis manos. Pero al carajo la tierra y sus mares, las montañas, los ríos que arrastran cieno, el desierto con espejos de aire.
Valió la pena haber vivido por la música que se hizo fruta en nuestras manos, por los delfines que soltaste en mis profundidades.
De: A la sombra del corsario.
miércoles, 25 de junio de 2008
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